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Cumplir la palabra para que existan posibilidades de paz

BOLETÍN #102

Luego de la acción terrorista del Eln en contra de la Escuela de Cadetes, que dejó en luto a todo el país con la deshonrosa cifra de 21 jóvenes policías asesinados y el posterior rompimiento de la mesa de diálogos con esa guerrilla, ha estado en la agenda política la discusión respecto a la formalidad con la que el Gobierno de Iván Duque mantenía las conversaciones con el Eln y el cumplimiento del protocolo suscrito entre las partes, acuerdos que han sido acompañados por los países garantes.

El Gobierno ha dicho que no cumplirá los protocolos porque fueron suscritos por el gobierno anterior y porque nunca se estableció un diálogo formal con esa guerrilla. Es difícil creer que no hubiese formalidad entre el nuevo Gobierno y el Eln, toda vez que a través de Angelino Garzón (Actual Embajador en Costa Rica) Everth Bustamente (Congresista del partido de gobierno) y Miguel Ceballos (Alto Comisionado para la Paz) se mantenían conversaciones con el Eln, tanto con Pablo Beltrán (Jefe de la delegación de paz) como con Juan Carlos Cuellar  y Eduardo Martínez (Gestores de paz).

Si se entiende que los diferentes canales de diálogo con esa guerrilla, al margen de la ley, contaron con cobertura, permiso y además prolongaron la espera gracias a la formalidad, y se es consciente que el atentado terrorista cambia rotundamente el escenario político que obliga a levantar la mesa, queda por decir, que pese a ello y de cara al futuro se debe cumplir con la palabra empeñada en los protocolos aceptados directa e indirectamente por ambos gobiernos (Santos y Duque), no sólo porque está en el marco de un compromiso con carácter internacional, sino porque de ello depende que el conflicto armado interno de Colombia se prolongue y lastime el cuerpo social otros 50 años o encuentre fórmulas para sanar a través de acuerdos humanitarios en los territorios o en los años venideros.

Desconcierta que la palabra empeñada quede en entredicho ante procesos de tanta importancia para la nación, considerando que el proyecto de país está fundamentado en concurso con la comunidad internacional, hacia la salida política y negociada del conflicto armado, además de la construcción de la paz territorial que requiere presencia efectiva del Estado social para dignificar la vida en campos y ciudades.

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