PRESENTACIÓN
Estábamos cerrando la edición #169 de la revista Realidades y Presencias, en la que se habla de los Escudos Comunitarios para salvaguardar la vida del liderazgo social y las personas en proceso de reincorporación, cuando en las redes sociales se empezó a difundir la imagen del cuerpo sin vida de Manuel Gregorio González, un campesino de Montelíbano, Córdoba, que hacía parte de la Asociación de Campesinos del Sur de Córdoba (Ascsucor) y quien lideraba procesos de restitución de tierras.
No se trata de contar muertos pero es importante evidenciar que no pueden ser interpretados como hechos aislados los asesinatos que ocurren a lo largo y ancho de Colombia. En los últimos cuatro días, entre el 24 y 27 junio, a cuatro líderes sociales y comunitarios les quitaron la vida, dos de ellos en Caloto, Cauca, uno en Tuluá, Valle y uno en Montelíbano, Córdoba.
Las cifras del horror deben llamar la atención sobre la urgencia de implementar estrategias que contemplen diversas acciones en las que las comunidades afectadas sean protagonistas, que se escuchen sus voces y experiencias y que con ellas se construyan garantías de seguridad para sus territorios con las cuales evitar que la violencia siga haciendo eco.
El Estado debe comprometerse con las regiones olvidadas y expuestas a las violencias ha implementar planes que trasciendan el concepto de seguridad y militarización de las áreas más afectadas.
La realidad no da espera, la gravedad de los acontecimientos invitan a actuar rápidamente como sociedad. Alcemos la consigna: Su vida por todos, todos por sus vidas.