El Centro de Paz Urbana y el Observatorio de Realidades Sociales, lanzan la campaña Vota con las manos limpias, una invitación para revisar de manera crítica las campañas políticas y votar con consciencia.
En estos días en los que las campañas políticas de las candidaturas, que buscan conquistar votos para hacerse a la Gobernación, Alcaldía, Asamblea o Concejo se encuentran a toda marcha, es necesario pensarse ¿Qué papel tienen las ciudadanías en las elecciones?
Aunque en la cultura política de Colombia el protagonismo se lo llevan los rostros de candidatas y candidatos en vallas publicitarias, comerciales de televisión, cuñas radiales y cientos de publicaciones en redes sociales, en los procesos electorales deberían ser las ciudadanías y sus realidades las que estén en el centro del debate político; en Colombia no es así.
En sus manos, un poco más de 39 millones de colombianas y colombianos que están habilitados para votar, tienen un importante poder que, para ser efectivo, debe estar conectado con la inteligencia política, con una consciencia social histórica que permita elegir libremente y a partir de ello incidir en la calidad de la democracia.
No son pocos los desafíos que tienen las ciudadanías para hacerle el quite a una cultura electoral en la que la corrupción, la trampa, las presiones, los tamales, las lechonas, están en los repertorios que se usan tan cotidianamente para hacer política.
Hay quienes han encontrado en la política una forma para servirse, para aprovecharse, para sacar ventaja y no para servir a los demás como es el deber ser. Bien lo ha dicho el Papa Francisco, «sabemos bien que la búsqueda de poder a cualquier precio lleva al abuso y a la injusticia», por eso la importancia de saber elegir porque quien paga para llegar, llega para robar, como lo dijo el político Carlos Gaviria.
Esas particularidades han traído consigo un desencanto generalizado que en cada proceso electoral aleja a los votantes y que se ve reflejado en una abstención del 42% (Elecciones presidenciales 2022), es decir, casi la mitad de las personas habilitadas para votar no lo hacen.
Es común escuchar a las ciudadanías dudar sobre los efectos, sobre los alcances de su participación, hay una desilusión que se asoma como síntoma del malestar presente que a la hora de elegir quita legitimidad al sistema.
Pero ¿Qué deben hacer las ciudadanías? Salir a votar con las manos limpias, con la consciencia tranquila de no recibir nada a cambio, ni un billete, ni un puesto de trabajo, ni tamales, sin intimidaciones, amenazas, sin que le digan por quién votar, salir con la consciencia de haberse informado.
Dice el Papa que hay que «Tomar en serio la política en sus diversos niveles – local, regional, nacional y mundial – es afirmar el deber de cada persona, de toda persona, de conocer cuál es el contenido y el valor de la opción que se le presenta y según la cual se busca realizar colectivamente el bien de la ciudad, de la nación, de la humanidad».
