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Tierra Blanca en Siloé, el barrio que tenemos y el barrio que soñamos

Por: Diana Carolina Bermúdez – Lideresa del diplomado en «Gestión para la Paz Urbana»

Sin parques ni zonas verdes, la cotidianidad de la gente está en la calle. Hacemos un espacio seguro con los niños jugando con ellos para que tengan una alternativa distinta a lo que lo negativo pueda ofrecerse.

Hasta el barrio Tierra Blanca, comuna 20, se fueron un grupo de liderazgos del diplomado en “Gestión para la Paz Urbana”. Sara, Sofía, Diego, Omaira, María y Edward se treparon a la loma, se fueron con la Escuela Pal Barrio para hacer de la calle un lugar de escuela, para habitar los territorios desde los aprendizajes para la Paz. 

Eligieron ese barrio para, durante tres sábados, conocer la percepción de niñas y niños sobre el territorio que habitan, sobre lo qué significa para ellos, esto a través de juegos y dibujos, en los que niñas y niños plasmaron el barrio que sueñan.

Comprender el territorio como escenario de aprendizaje, les permitió coincidir y encontrar una serie de saberes y experiencias en Juan Carlos Chambo quien nació en la comuna 20 y su sentido de pertenencia por el territorio le ha llevado a impulsar durante 14 años el Proyecto Tierra Blanca.

Yo nací allá arriba, con mi mamá pariendo y papá apoyando. No había centro de salud. Digamos que cuando yo era niño, viví muchas de las realidades que viven ellos. No había acueducto, ni alcantarillado, la basura había que sacarla hasta un container en la galería de Siloé y tampoco las calles estaban pavimentadas.

A finales de los 70 el M-19 hacía dinámicas en los barrios y en una de estas, en la calle de Juan Carlos, entonces lo ponían a cuidar a los más pequeños. Después en los cursos de verano del calendario B él hacía repasos de sumas, restas, planas, etc en su colegio.

Al regresar de su servicio militar obligatorio y ya como estudiante universitario, Juan Carlos comenzó su carrera como Comunicador Social Periodista contra todas las dificultades socioeconómicas que había.

Mis papás me habían advertido:- Juan Carlos, te fué muy bien en el colegio pero no tenemos plata, no te presentes a la universidad. Yo fuí desobediente, me presenté y quedé. 

Desde la universidad empecé a tocar los medios de comunicación, a hacer televisión y me metí en el mundo laboral 100%

Desde su graduación en 1994 Juan C. vivía ya en la parte plana de Siloé cerca a la estación de bomberos.  y en 2009 al subir a resolver la situación de la casa paterna, junto a su vecina Omaira se enteró que, desde su última clase a los niños nadie más les había prestado atención. Además era muy preocupante su situación respecto al consumo de drogas y diferentes formas de violencias, así que escribió un proyecto.

El 11 de enero de ese año les entregó una propuesta y se tomaron las primeras fotos del blog del Proyecto Tierra Blanca. La propuesta inicial surge como un intercambio de saberes. Los artistas plásticos dieron lo suyo. Los que sabían de carpintería compartieron con adultos, hubo muchas cosas no sólo para niños. Incluso aportaron diseñadores. Y desde ahí reactivó hace 14 años su trabajo comunitario.

¿Qué crisis ha enfrentado en el proceso?

Nuestro proyecto es 0 pesos, pero yo creo en Dios y él es un alcahueta. Siempre hay aunque sea una banana para compartir con los niños. He aprendido que espero en Él.

La pandemia fue una de las grandes crisis que enfrentó el proyecto, especialmente por el incremento de abuso sexual en niños y niñas sumado a la inseguridad alimentaria. 

Me asusté mucho, especialmente porque fue una de las estrategias comunicativas más terroristas. Cuando pasó un amigo y me dijo que si quería hacer olla comunitaria, él me pondría todo, más o menos para unas 100 personas. (Él tenía un supermercado). Me puse de acuerdo con Luz Edith y Omaira que estaba desvinculada del proceso, por eso digo que la pandemia nos la volvió a traer. Repartimos 150 sancochos de pollo. Ocho días después hicimos arepas rellenas con aguapanela. Y luego desde los mercados que dió la Alcaldía cuando se enteró de que estaba haciendo ollas comunitarias. Sin embargo, por la pandemia no nos volvieron a prestar la escuelita Rosales que es parte de la Institución Educativa Multipropósito, pero usamos la calle.

Otro de los momentos de crisis fue el estallido social ya que Siloé fue uno de los epicentros, la comuna se paralizó, así que no podía salir con los niños.

Historias que animan a seguir los procesos

A veces quisiera no enterarme de lo  que pasa porque me encuentro limitado….como casos de violencia intrafamiliar o abuso sexual.

Pero, hay casos que valen la pena, por ejemplo: hay un chico Cristian Gómez, que estudió en la Universidad Santiago de Cali y me dice: “Chambo me enseñó que en la vida hay dos caminos, uno bueno y otro malo. Yo escogí el bueno”. Y él terminó sus estudios de comunicación en la Santiago y vive allá arriba, ya es un joven. Otro es Jean Carlos Bedoya, hoy en día trabaja casi que como un ingeniero de sistemas, se formó en Tecnólogo de Sistemas. Igual también algunos que han cogido el camino negativo y que pues, es lamentable su vida actual. 

A lo largo de 14 años, muchos se han sumado al proyecto Tierra Blanca. En el 2022 llegó Juan Felipe Delgado, profesional en estudios políticos de la Universidad del Valle mientras era auxiliar en una investigación para la Universidad de Bristol acerca de  dinámicas del posconflicto, (un estudio comparativo se realizó en tres países:  Irlanda del norte, Liberia y Colombia y que buscaba comprender las estrategias que lleva la gente en esos escenarios). Se enteró del proyecto Tierra blanca y se volvió un voluntario más.

Junto con Felipe, Roberto, Luz Edith y otros, se han sumado como voluntarios al proceso. También en 2023 organizaciones como Change X, han hecho donaciones y las mencionadas ollas comunitarias. Con solidaridad entre vecinos es como se ha tejido por más de 10 años el proyecto Tierra Blanca.

La Escuela Pal Barrio: en la calle se cruzan los sueños comunes

Ir a callejear le ha permitido a los liderazgos del diplomado en “Gestión de la Paz Urbana” reconocer las apuestas presentes en los territorios que suman a ese sueño llamado Paz. En lo cotidiano de las laderas de Cali, en  el oriente, en la ruralidad, al lado del río Cauca, en cada rincón, es posible encontrarse con gente que cree y hace posible otros mundos. 

Sin parques ni zonas verdes, la cotidianidad de la gente está en la calle.

 ¿Cuál ha sido el aporte que el diplomado ha hecho al proceso de Tierra Blanca?

Ha sido muy importante para nosotros, dice Chambo, que nos reconozcan como un proceso que vale la pena visitar. Como un proceso que hace un aporte a la paz. El juego es una alternativa de encuentro y convivencia entre los niños. La visita del diplomado valida lo que hacemos, visibiliza que vale la pena y más en términos de convivencia y construcción de la paz.

Como lo reconoce Chambo, pensar en la Paz significa darle valor a esas iniciativas que con esfuerzo y con el amor por las transformaciones como recurso más valioso, se toman las calles para disputarle a las violencias, niñas, niños, adolescentes y jóvenes. 

Coincidir, articular, intercambiar con el proceso que lidera Juan Carlos Chambo con el proyecto Tierra Blanca, significa reconocer que la construcción de la Paz en las ciudades es un proyecto comun en el que todas las manos suman y que al juntarlas, se potencian las apuestas para que esos barrios que dibujan y sueñan las niñas y los niños, sean una posibilidad de vida.

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