Observatorio de Realidades Sociales Arquicali

CALI ROMPIÓ SU SILENCIO ANTE LOS ASESINATOS DE LÍDERES SOCIALES

BOLETÍN #115

Un grito colectivo en rechazo a los asesinatos sistemáticos de líderes y lideresas se escuchó en la plazoleta San Francisco, voces que hicieron eco en toda la ciudad, el país y a nivel internacional.

Desde la Guajira hasta el amazonas, desde el pacífico hasta los llanos, Colombia entera se unió el 26 de julio en un extenso clamor exigió que el gobierno ponga en marcha todas las medidas que sirvan para garantizar la vida de quienes, hasta con su propia vida, defienden el territorio, el agua, los derechos humanos de las comunidades y la Paz.

No se trata de contar muertos pero es importante evidenciar que los asesinatos que ocurren a lo largo y ancho del país no pueden ser interpretados como hechos aislados. Cuidar la vida de mujeres y hombres es un asunto prioritario toda vez que desde el 2016 hasta julio de 2019 han sido asesinados 479 liderazgos sociales en Colombia y esas pérdidas irreparables que sufren las comunidades, los territorios, todo el país requieren de medidas urgentes que detengan la masacre, el plan de exterminio que está en curso.

La realidad, que por el momento no toca fondo, ha golpeado con mayor fuerza a las organizaciones sociales del pacífico, toda vez que en departamentos como Nariño, Cauca, Valle y Chocó, la violencia ha enterrado 222 liderazgos sociales, es decir, el 46 % de las estadísticas nacionales.

Las cifras del horror deben llamar la atención sobre la urgencia de implementar estrategias que contemplen diversas acciones en las que las comunidades afectadas sean protagonistas, que se escuchen sus voces y experiencias y que con ellas se construyan garantías de seguridad para sus territorios con las cuales evitar que la violencia siga haciendo ruido.

El Estado debe comprometerse con las regiones olvidadas y expuestas a las violencias a implementar planes que trasciendan el concepto de seguridad y militarización de las áreas más afectadas.

La realidad no da espera, la gravedad de los acontecimientos invitan a actuar rápidamente como sociedad. Alcemos la consigna: Su vida por todos, todos por sus vidas.

La jornada que se desarrolló en todo el país fue convocada por el movimiento Defendamos la Paz luego de que Colombia se estremeciera cuando vio como un niño lloraba y gritaba desconsolado al lado del cuerpo de su madre, María del Pilar Hurtado, lideresa asesinada en Tierra Alta, Córdoba.

Para este movimiento la masiva jornada se dio porque “estos crímenes son particularmente graves, sintomáticos de una enfermedad muy arraigada en Colombia: la de querer descabezar, desanimar, eliminar, asustar, exterminar, a cualquiera que quiera levantar cabeza, a cualquiera que quiera denunciar una injusticia o proponer una reforma, una solución, una reivindicación popular necesaria y justa”.

Monseñor Darío de Jesús Monsalve, arzobispo de Cali, quien ha sido uno de los impulsores del movimiento nacional Defendamos la Paz, dijo que “tenemos el deber de ponernos de pie porque ni un líder o lideresa más asesinados, ningún asesinato más; defendamos la Paz”.

De nuevo el país salió a las calles a decir ¡Ya Basta! ¡No más! un grito de miles que no abandonan la esperanza de vivir en un país en Paz, un país que no silencie las voces necesarias para vivir en democracia, voces que construyen el país, que hablan en nombre de las comunidades para que estas puedan desarrollarse y vivir en dignidad.

En medio de la oscuridad que queda tras cada asesinato, En Cali se encendieron cientos de luces como una invitación a mantener encendida la vida. Alrededor de la llama de las velas se congregaron diversas expresiones, creencias, colores con un mensaje claro; estamos unidos como un acto de esperanza ante la muerte.

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