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La pausa joánea del año litúrgico

Columnista Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía
Arzobispo de Cali

Desde este domingo, 25 de julio, hasta el domingo 22 de agosto, la Liturgia de nuestra Iglesia nos convoca a profundizar en la EUCARISTÍA, como signo sacramental y real de la persona viviente de Cristo Jesús, de la comunidad eclesial y del modelo de humanidad que reveló, inició e instituyó  Él mismo en nuestra historia.

Son cinco domingos, centrados, cada año, en el capítulo VI del Evangelio de San Juan, la llamada “pausa joánea del Año Litúrgico”.

Estos domingos inician con los números  simbólicos, que enmarcan ampliamente el “signo eucarístico”: 5 panes y 2 peces, que  un muchacho, en medio de la multitud,  lleva en su bolso y ofrece, generoso, a Andrés y a Jesús. Es el primer tema de estos cinco domingos.

Jesús multiplica lo que parece insignificante para alimentar a 5 mil hombres, sin contar a mujeres y niños.  Y de las sobras recogen 12 cestos, para que no se eche a perder la comida y sirva para calmar el hambre de otras personas.

Podríamos relacionar estos números con los cincos continentes y los dos océanos que,  en tiempos de Jesús, aún no se habían conocido por completo. Es el planeta que nos contiene y sustenta, con su biodiversidad de tierra, aire, agua y fuego.

O es también la humanidad, reflejada en las multitudes saciadas, incluyendo a la niñez,  a las juventudes y a las mujeres, a todo ser humano sobre la tierra.

O, incluso, podemos ver también una imagen de la Iglesia, el Nuevo Israel  de las doce tribus, el Cuerpo de Cristo, con su  Cabeza, siempre unida al ser de Dios como Padre Providente y amoroso. Y con los diversos miembros de dicho Cuerpo, en la persona de los 12 apóstoles de Jesús y los 12 cestos de pan que se recogen para que ellos repartan a los hambreados del mundo entero, a quienes se les envía, llevándoles el Evangelio y “dándoles de comer”, junto con el pan del Cielo.

«La comunión con Jesús, con su amor y sacrificio por los demás, expresados en el trigo molido y el sumo de la uva exprimida en el lagar»

¿Cuáles son los otros temas de la pausa joánea?

La fe en Jesús Eucaristía (domingo 18). La certeza de este Pan del Cielo y Pan Vivo,  que es Jesús para la humanidad (domingo 19). La comunión con Jesús, con su amor y sacrificio por los demás, expresados en el trigo molido y el sumo de la uva exprimida en el lagar: el pan y el vino, el cuerpo y la sangre de Jesús, verdadera comida y verdadera bebida, que suscita la controversia de los dirigentes del pueblo contra Jesús y su llamado a comulgar con Él (domingo 20). En fin, la deserción de muchos discípulos que abandonaron a Jesús por no aceptarle su verdad eucarística, esa verdad que Pedro confesó con su impactante profesión:

“¿A quién iremos, Señor? Solo Tú tienes palabras de Vida Eterna” (domingo 21).

Hago esta referencia a la liturgia, desde este domingo 25 de julio, que coincide en este año 2021 con la conmemoración de los 485 años de la fundación de la ciudad de Cali, porque en esta Verdad de la Eucaristía, pan de vida para el mundo, está cifrada la lectura de las realidades que vivimos también hoy.

En efecto, el drama inhumano del hambre, de la exclusión, de la violencia, de manos cerradas que empuñan armas para defender o alcanzar el poder social y político, o puños cerrados para resistir y defenderse de la violencia y el rechazo, están en contraste con este derroche del Cielo, que es el Don de Dios en Jesús, Agua Viva del Espíritu y Pan Vivo que da Vida Eterna.

Y a estas realidades que afectan directamente la vida, la dignidad humana y el futuro de la convivencia y del progreso social, estamos urgidos de responder, no con más violencia represiva y criminal,  generadora de miedo y de terror, ni con meras limosnas paliativas de la hambruna y de la MS secuelas de la peste, ni con el uso político de las necesidades de la población y de los empobrecidos, para darle continuidad al régimen imperante o para conquistar el voto de las masas populares.

Al respecto de esto último, es importante el final del Evangelio de este Domingo del SIGNO de la multiplicación: pretendían hacer rey a Jesús y él se les escapa y  se va a una montaña, solo, a orar.

Es una advertencia sobre el populismo y los mesianismos de ideologías partidistas: el pan, en toda  la extensión del contenido de esta pequeña palabra, relativo a la satisfacción de los derechos humanos y colectivos, de los mínimos vitales para condiciones dignas de vida, no es una dádiva o concesión generosa de algunos en el poder o en su búsqueda, sino un deber de todos con Dios, con la Divina Providencia, con la humanidad.

Es, ante todo, un derecho de ilesa dignidad humana, unido al  inviolable derecho a la vida, que asiste a toda persona y nación.

La dignidad humana, está representada en el pan y el Cuerpo de Jesús. La grandeza humana para darse y sacrificarse por los demás, como Jesús, está representada en el vino, en la sangre de Cristo. Junto con la verdad del Amor y de “la Unidad con el vínculo de la Paz”, como nos las enseñó Pablo en la carta a los Efesios de este domingo 25 de julio, son  los valores fundamentales para construir la humanidad nueva y superar los conflictos interhumanos, de toda índole.

Son LAS CLAVES que deberán estar en el cimiento de toda consciencia: dignidad de todos, entrega de cada uno por los demás, unidad en la diversidad, con el diferente y con el adversario, para hacer posibles las causas de fondo que protejan la vida, la convivencia y el bienestar.

Al conmemorar los 485 años de Cali, hemos dado gracias a Dios por el privilegio de esta tierra, de vivir y respirar en ella,  de ser HOY los responsables de la gran empresa de salir vivos y juntos de esta conjunción de crisis que vivimos.

«manos abiertas para construir una Colombia sin asesinatos y masacres, sin mercenarios y sicarios, sin armas y muerte, sin odios y engaños».

Cali sea luz de camino y de lucha, de más manos abiertas para construir una Colombia sin asesinatos y masacres, sin mercenarios y sicarios, sin armas y muerte, sin odios y engaños.  Manos abiertas para  acoger, respetar, dialogar, compartir, servir y amar, amar siempre, desde la condición y opción de cada quien, poniendo la vida del otro por encima de la propia.

“Abres Tú la mano, Señor, y sacias de favores a todo viviente” proclama el salmo 144 en este inicio del quinteto eucarístico dominical.

Manos abiertas de todos a todos, dispuestas a empuñar sólo otras manos  de manera fraternal, a empuñar las herramientas del trabajo, del estudio, de la comunicación y del arte y la belleza.  Manos abiertas a la “Mano Abierta de Dios” , que nos sacia de bienes. Manos fraternas abiertas al prójimo que clama por el pan de la dignidad y por sus derechos.

«¡No más manos de muerte y para las guerras, de señalamiento y de estigma que empuja a actuar a los violentos!»

¡No más manos de codicia, ofensa, amenaza, abuso, despojo y engaño! ¡No más manos de muerte y para las guerras, de señalamiento y de estigma que empuja a actuar a los violentos!

Cristo Jesús haga prósperos los caminos del reencuentro, de la palabra, del acuerdo para la inclusión y la reconciliación.

La EUCARISTÍA, iluminada desde  esta “pausa joánea” entre julio y agosto, ilumine y marque el rumbo que, como Iglesia y humanidad, debemos seguir, si queremos superar los efectos y causas de la pandemia y los desastres de la violencia catastrófica que padece Colombia.

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