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Una travesía para ir hacia adentro

Liderazgos que cursan el diplomado de la Escuela Entre Vecinos & Vecinas hicieron un viaje interior e íntimo que los llevó por caminos intrincados y por rutas que les impulsan sus apuestas por la vida.

 

-Después de la tormenta viene la calma- dice Eliza y paso seguido, en señal de quien no se deja derrotar por los golpes de la vida, alza con su mano derecha una margarita amarilla.

Cerca de ella, sin que lo notara, una de las lideresas secaba algunas lágrimas con los dedos de su mano izquierda, de lejos se veían sus ojos llorosos mientras Eliza hablaba de sus días amargos en la cárcel, tiempos difíciles navegando entre tormentas, con las manos firmes en el timón para llegar a buen puerto.

Eliza compartía con un grupo de lideresas y líderes, una fracción de su intimidad, de su vida, de sus historias, un relato que empezó a partir de lo que significaba para ella ese preservativo que había llevado como objeto relacionado a su liderazgo.

En la tercera clase del diplomado de la Escuela Entre Vecinos & Vecinas, cada liderazgo hizo un viaje por su historia personal, un recorrido por sus experiencias, por el ser, en un espacio para vivir el cuerpo como territorio, donde la memoria conectaba con el pasado para reconocerse así mismo e identificar esas violencias que marcan, pero sobre todo, para reconocer que en esos cuerpos adoloridos, “es necesario dejar morir algunas cosas para que nazcan unas nuevas”, como lo dijo una de las vecinas durante ese momento de introspección.

«un buen líder primero, es un buen líder para sí mismo»

Entre relatos, lágrimas, voces temblorosas, silencios profundos, la profesora Claudia Ocampo, le recordaba al grupo que “un buen líder primero, es un buen líder para sí mismo”, por eso marcar en cada ruta esas experiencias vitales en las que las cargas que tanto pesan se dejen atrás y con ello potenciar la participación de cada persona en sus comunidades.

Comprender el cuerpo como territorio, con acumulados históricos en los que hace presencia la ancestralidad, las luchas posibilita también entender la relación de cuerpos y el territorio en los que, como expresó una de la vecinas, “resistir significa no quedarte allí donde el opresor te quiere poner”

«una oportunidad para seguir alzando las alas, vuelos interrumpidos por los miedos que se atraviesan»

Viajar al interior acompañados por el olor a palo santo, de la música suave, de las flores coloridas, de las luces de velas blancas, llevó a pensar en esos vuelos pendientes que marcan una oportunidad para seguir alzando las alas, vuelos interrumpidos por los miedos que se atraviesan como obstáculos, que impiden avanzar y que muchas veces detienen esos sueños personales y colectivos.

De piedras y flores han sido los caminos que han ido dando forma a cada liderazgo, de dolores y esperanzas que impulsan cada uno de sus pasos.

El espacio armonioso, espiritual, sensible, de encuentro personal, fue un itinerario para provocar rutas que hagan sanar, que lleven a remendar a través de la palabra y la escucha atenta

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