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Movimientos Sociales que dicen ¡Seamos compasivos!

Columnista Jorge Rojas Valencia
Mg. Comunicación y Diseño Cultural
Grupo de Investigación en Educación Popular Universidad del Valle

Melucci  dice “La pugna por la producción y reapropiación del significado parece constituir el núcleo central de estos conflictos contemporáneos; y ello implica una cuidadosa redefinición de lo que es un movimiento social y sus formas de acción”[1]. ¡Este es el terreno de la lucha!

Los Movimientos Sociales contemporáneos desbordaron toda previsión de las teorías que iluminaron el camino revolucionario recorrido por las “vanguardias guerrilleras” y en general por las izquierdas del mundo. Mientras estas teorías se centran en los sujetos históricos sometidos por el capitalismo, valga decir obreros y campesinos, los Movimientos Sociales encontraron nicho en temas que hace 30 años apenas si despuntaban como cuestionamientos de la cotidianidad contemporánea. Entre ellos estaba el tema ecológico, que en los noventas se reconoció como Movimiento Ambientalista; o el Movimiento de mujeres, que amplió su espectro hasta reconocerse hoy como tema académico y político en la equidad de género. Estos Movimientos tienen como referencia una sensibilidad marcada por la vida cotidiana y parecen en cierta medida una contrapropuesta a la promesa revolucionaria de luchar ahora y cambiar después, que diferentes regímenes revolucionarios en el mundo practicaron en su proceso de toma del poder. Esta crisis de transformación revolucionaria, muestra una fisura en la confianza ciega que se tenía en que un cambio en las condiciones sociales de producción, produciría por sí mismo un cambio en la cultura.

Se trata de movimientos que se imponen la ética de la coherencia entre lo vivido y los ideales por los que se luchan.

En este proceso se inscribe el Movimiento Animalista, que se emparenta con lo ambiental, reconociendo que el objetivo de la lucha no se puede quedar circunscrito a la esfera de lo humano, sino que involucra la vida en todas sus expresiones. Esta compasión, que acude a nuestra empatía en tanto animales que somos, abarca desde lo semejante, expresada en la forma radical como asumen sus formas de vivir y relacionarse, hasta lo más extraño, representado en la compasión con lo vivo en general. Allí se comprenden los movimientos pacifistas –referido a lo semejante- hasta los movimientos veganos o animalistas –referido a lo extraño-; los movimientos feministas y LGBTI si bien se alimentan de este sentimiento compasivo, avanzan un poco más allá al explorar y validar otras dimensiones de la existencia humana y de las relaciones entre humanos.

Una dimensión aún más radical, más abstracta si se quiere, ambiental propiamente hablando, de esa compasión, de ese sentir con el otro, lo representa el reconocimiento de la tierra como un ser vivo. Un reconocimiento que supone un núcleo estratégico, un polo transformativo con una enorme potencia significativa, si se pone como premisa de los modelos y las tecnologías. Hoy este principio está enunciado en la Ley de la Madre Tierra del Ecuador y está expresado en la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia. La experiencia en el desarrollo de políticas públicas nos demuestra que estos principios son efectivos como referentes de formación más que de decisión, en una primera generación contada a partir de su reconocimiento oficial. De tal manera que el debate no está tanto en su coherencia sino en asumirlos. Si se leen estos documentos de gobierno se puede constatar que cubren todos los aspectos que corresponden a lo «políticamente correcto». Es decir, entre sancionarlos como Ley y la generalización de su reconocimiento, discurre por lo menos una generación de ciudadanos «criados» bajo estos preceptos; ser asumidos, la mayoría de las veces, requiere más de una generación.

Quienes abogamos por estas causas, tenemos fe que las sensibilidades que concurren en estos Movimientos están generando cambios en la cultura, que sin duda serán un insumo muy valioso para construir una sociedad más justa y equitativa y una cultura que cultive el amor por la vida.

[1] Pp. 128. MELUCCI, Alberto. ¿Qué hay de nuevo en los <<nuevos movimientos sociales>>?. Pp. 119- 149. EN LARAÑA, Enrique y GUSFIELD, Joseph. ED. Los nuevos movimientos sociales. De la ideología a la identidad. Madrid, CIS, 1994. 477pp.

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